¿Náhuatl en las escuelas?
Al buen espectador…
Tamara Almazán

via Flickr
Hace dos semanas, el artista visual Antonio Gritón lanzó una petición vía change.org que pretende, básicamente, incorporar como asignatura obligatoria el idioma náhuatl a nivel básico educativo como parte del articulado de la Nueva Constitución de la Ciudad de México: “de acuerdo con los parámetros de la UNESCO, actualmente se considera como un idioma en proceso de desaparición y cuyo tiempo de vida estimado, de no cambiarse las políticas actuales en torno al Náhuatl, es de tan sólo 80 años.”, dice la carta dirigida a Alejandro Encinas y Mardonio Carballo.
¿Y ese “don idiota”, como lo llama un indignado lector de la petición, pretende empezar a enseñar una lengua que no habla ni el 2% de la población? “Nos ha tomado mucho tiempo adoptar el español como lengua común del país”, inicia su comentario. Las tildes fueron cortesía mía.
¡Pero, qué locura! Como expliqué en un artículo anterior: antes de la conquista se estima que, en el ahora México, habitaban 25 millones de personas hablantes de una amplia cantidad de idiomas entre los que dominaba el náhuatl.
Luego vinieron los españoles, los criollos, el mestizaje y la división, el español pasó a ser el idioma dominante, de “prestigio” y de “cultura” durante los siglos venideros. En este sentido se calcula que, desde el siglo XVII hasta el presente, han desaparecido 113 lenguas quedando en la actualidad únicamente 68 (con 364 variantes).
Pero si “evolucionamos, adoptamos el español como lengua común para unificar al país y las lenguas indígenas están condenadas a morir más pronto que tarde”… continúa el párrafo al que hago referencia. Unificar al país no suena a una mala idea, sin embargo, sí lo es cuando esta unificación representa no sólo rezagar a las lenguas, sino también a sus hablantes.

Mapa que muestra las áreas de Mesoamérica donde se habla el Náhuatl hoy (color blanco). (via Wikimedia Commons
Es en este último punto donde valdría la pena reflexionar en torno a las consecuencias de esta extinción lingüística y, por el contrario, lo que podría significar su revitalización a nivel social y cultural más allá de percibir en esta propuesta un capricho folclórico.
“El mexicano es sumamente racista, y excluye de su realidad al indio de carne y sangre. Un acercamiento al náhuatl favorecería una mayor comprensión de este mundo y ello sería benéfico para la cultura en general, no sólo para la lengua náhuatl” - Carlos Montemayor.
Para finalizar, una modesta lista de palabras empleadas en el español mexicano:
Atole, chilaquiles, chocolate, esquite, guacamole, guachimole, mezcal, mole, pinole, pozol, pozole, taco, tamal, tequila, tlacoyo, totopo; ajolote, coyote, chapulín, guajolote, mapache, ocelote, quetzal, tlacuache, zopilote; aguacate, cacahuate, cacao, cempasúchil, chicle, chile, elote, ejote, epazote, popote, cuate y tocayo, y hasta expresiones como “órale” cuya similitud con la interjección “áxcale” es evidente, o el empleo frecuente de diminutivos que también podría ser herencia del náhuatl. ¿Y los topónimos? Por supuesto, empezando por “México”, pero la lista es tan extensa que luego les dedicaré un texto para poder ahondar también en su historia.
Petición completa: https://www.change.org/p/lic-alejandro-encinas-nueva-constituci%C3%B3n-de-la-cdmx-ense%C3%B1anza-obligatoria-del-n%C3%A1huatl-en-sistema-escolar-b%C3%A1sico