La historia de Heike: Nada dura para siempre
La Historia de Heike (The Story of Heike) es una serie animada basada en la era heian dirigida por Naoko Yamada e inspirada en la historia escrita, basada en hechos reales, por Hideo Furukawa que esconde una profunda verdad anclada en la filosofía budista: “Todo lo que existe tiene un final”.
La epopeya original cuenta la historia del ascenso y caída del clan Taira durante la Guerra de Genpei. La serie se centra en la perspectiva de Biwa, una joven viajera que se gana la vida como músico ambulante. Aunque es ciega, Biwa tiene la capacidad de ver el futuro. Biwa conoce a Taira no Shigemori, heredero del poderoso clan Taira, a la que le proclama una profecía de la caída de su clan.
Hideo Furukawa le dio enfoque moderno en 2016 a la historia que es rica en contextos y sub-historias que, entre otras cosas, nos explican el origen del bushido y el inicio de Japón como una nación unida. En la animación, el contexto puede ser algo difícil de seguir para el público occidental, sin embargo logra narrar una bella y trágica historia que trasciende el tiempo con una protagonista que representa algo más que a sí misma. Biwa proviene de la más baja esfera de la sociedad del periodo Heian, para ser testigo y relatora de la caída del clan más poderoso de la época.
Es así como el relato se transmitió antes de que Hideo la escribiera, mediante canciones que los músicos viajeros diseminaron a lo largo de un país que, en adelante, sería dominado por la clase guerrera. Pero más allá de la guerra y el poder la historia enfatiza cómo y de qué manera los grandes acontecimientos involucran a personas de carne y hueso.
La adaptación animada expone al menos tres niveles del relato. El histórico, el de la lucha de poder que hay entre el clan más poderoso del momento y todos aquellos que ven su poder disminuido. El segundo nivel corresponde al pueblo que habría de escuchar esta historia, transmitida de forma oral a través de canciones que cantaban viajeros como Biwa. El tercero, mucho más sutil, es el espiritual, que contiene una enseñanza enraizada en el budismo de la época: nada de lo terrenal es eterno.
En cuanto a lo primero, hay muchas cosas que el espectador occidental puede que no tenga tan claras, pues las facciones y contendientes tienen de por sí una larga tradición que precede a este cuento. Los principales, Taira no Kiyomori y el emperador enclaustrado Go-Shirakawa, tienen una extensa historia juntos.
Kiyomori, proveniente de una familia provincial con poca influencia en el gobierno, ascendió en autoridad y riqueza luego de haber defendido los intereses de Go-Shirakawa. La alianza de estos hombres fue de mucho beneficio para ambos, pero con el pasar de los años Kiyomori se había convertido en un advenedizo un tanto incómodo.
Su ambición y talento hizo que él y su descendencia ocuparan altos cargos en la corte, desplazando al sempiterno clan Fujiwara. El culmen de aquella escalada sería el matrimonio de Tokuko con el emperador reinante, Takakura. El proyecto consistía en que Tokuko lograra darle un hijo que fuera legítimo heredero del trono y que afianzará aún más la posición del clan Taira. Sin embargo, esta lucha por el poder no era tan sencilla como para sellarse sólo de esa manera. Taira no Shigemori, hijo mayor de Kiyomori y heredero del liderazgo del clan, parecía ser consciente de que la posición privilegiada del clan Heike podía venirse abajo si no se respetaban las formas y se actuaba con prudencia.
En la serie, Shigemori se nos presenta como un hombre firme, pero a la vez cálido. Su encuentro con Biwa le advierte que sus peores temores están cerca de convertirse en una realidad. Ambos comparten el extraño poder de ver más allá de lo evidente, pero en tanto que ella es capaz de atisbar el futuro, él sólo puede ver los espíritus que le rodean.
Esta relación entre Biwa y Shigemori, que luego se extiende a los hijos de éste e incluso a la futura emperatriz, nos da el segundo nivel en el que se nos ofrece este relato. Pues Biwa representa esta parte al convertirse en testigo y cronista de la caída del clan, cuyo destino inexorable ella conoce de antemano.
En sus canciones, que intersectan la serie para relatarnos los hechos más influyentes, Biwa nos coloca en la posición del campesino que escucha con deleite y cierto horror, cómo el atrevimiento de deshonrar la dignidad de altos funcionarios, incendiar templos y oprimir a la gente común, se suma como una gran marea para volcar las aspiraciones de un clan puesto a la deriva, una vez que Kiyomori y Shigemori se adelantan en los caminos de la muerte.
Desde el piso de tierra y los techos vulnerables a los rigores de la naturaleza, hay cierta paz en escuchar que ni siquiera los más poderosos son inmunes: todo lo que existe tiene un final. Esta frase que tiene un fuerte trasfondo budista, sirve al mismo tiempo como una premonición. La llama del poder se extingue igual que la de los hombres…
Disponible en Funimation