De entre el bullicio, utopías
Zuri Grace Bretón
“A cada minuto de cada semana nos roban amigas, nos matan hermanas. Destrozan sus cuerpos, los desaparecen, ¡No olvide sus nombres, por favor, Señor Presidente!”
Esas palabras eran coreadas con fervor por más de 300 mujeres el pasado 14 de septiembre. Desde el balcón de República de Cuba # 60, la cantante Vivir Quintana, interpretaba su tema ‘Canción sin miedo’ que se ha convertido en el himno de la lucha feminista en México. Este emotivo acto, fue sólo uno de los que formaron parte de “La Antigrita” que convocaron diversos colectivos feministas la tarde-noche del pasado lunes en el inmueble de la Ex CNDH, ahora rebautizado por ellas como ‘Casa de Refugio Ni Una Menos’. En esta ceremonia no oficial se escucharon también los testimonios de dolor y frustración de aquellas madres de víctimas que afirman que éste “no es un grito de alegría, es un grito de desesperación”.
Esa misma noche se cumplieron 10 días de la toma histórica de estas instalaciones a modo de protesta por la incompetencia del sistema judicial en llevar justicia a familiares y víctimas de feminicidio, abuso sexual y desaparición forzada. Y por la indiferencia de la misma CNDH, organismo encargado de velar y defender los Derechos Humanos de los mexicanos y que contrarios a su función de dar acompañamiento y asesoría, rechazaron los expedientes de mujeres que llevan dos, cinco y más años en espera de que el estado mexicano avance sobre sus casos y que con sobrada razón dijeron basta, pues han agotado ya todas las instancias burocráticas que el sistema pone a su disposición.
En el edificio habitan actualmente entre 30 y 50 personas, en su mayoría mujeres (aunque también hay algunos niños y hombres), respaldadas por diversos Colectivos Feministas como ‘Ni una menos’ y ‘Bloque Negro’. Quienes desde su llegada denunciaron que las alacenas de la comisión estaban llenas de finos cortes de carne, quesos y pastas importadas, mientras muchas de estas familias difícilmente completan el gasto del mes, pues han invertido y perdido todo su patrimonio en su incansable búsqueda de justicia.
Ese mismo “Señor Presidente” a quien los cánticos le exigen no olvidar a las desaparecidas y asesinadas, es el que un par de días después de la toma, desaprobaba las “formas” de protesta y se declaraba indignado por la intervención al cuadro de Madero. La respuesta de Erika Martínez, madre de una niña violada a los 7 años y cuyo agresor sigue suelto después de tres años, fue contundente: “¿Por qué no se indignó así cuando abusaron de mi hija?”.
Y es que, aunque AMLO diga entender el dolor y los reclamos, continúa criminalizando la lucha, pero, sobre todo, minimizando el problema desde la inacción, sin emprender medidas específicas para atender la grave problemática de violencia contra la mujer, pues gobierna sin perspectiva de género y juzgando sólo las formas y no el fondo del movimiento. Algo bastante incongruente viniendo del hombre que con reclamos legítimos paralizó por más de seis meses la principal avenida del país con el respaldo de gran parte de la población, pero ahora que ostenta el poder, da la espalda porque no se trata de las causas en las que él cree y por lo tanto no tienen su validación.
No sólo carece de legitimidad bajo el criterio de la 4T, sino que se suma a la serie de críticas y exigencias que son fácilmente descartadas por el gobierno tildándolas de complots en su contra. Se trata de “un acto muy sospechoso”, dijo Rosario Piedra, titular de la CNDH (por cierto, nominada para el cargo por el mismo Andrés Manuel), insinuando que las activistas y familias que están atrincheradas en el edifico, forman parte de una estrategia política de la oposición.
Aunque, se debe admitir (no aplaudir) que, dentro de su infinita apatía y falta de respuesta, las autoridades federales y de la CDMX no han reprimido la protesta como era costumbre de pasadas administraciones. A diferencia de lo sucedido en Estado de México, donde es palpable el sello inconfundible del aún dominante PRI, pues en menos de 24 horas se encargaron de desalojar con violencia y llevar detenidas a varias mujeres que, inspiradas por el movimiento en la capital, el 10 de septiembre tomaron las instalaciones de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, ubicada en Ecatepec, el municipio con más feminicidios del país y que cuenta con una doble alerta de Violencia de Género (al igual que varias entidades de la circunferencia metropolitana).

«Protocolo de Actuación»
No, en lo absoluto, se ve esa misma respuesta policiaca, organizada y efectiva, cuando se trata de una denuncia por violación o feminicidio que suceden a diario en la zona. Tal vez si se pusiera el mismo entusiasmo en capturar a los criminales, como se puso en detener a las activistas, la historia de estas líneas sería muy diferente.
A este ambiente de inconformidad social, se le suma el conflicto por el reparto de agua en las comunidades rurales de Chihuahua. Los agricultores de la zona buscan parar la extracción de la presa La Boquilla para pago del líquido a Estados Unidos, argumentando que el abastecimiento para sus tierras es insuficiente. Nuevamente la narrativa oficial de la presidencia es que hay motivos político-electorales tras las manifestaciones. En las que por cierto miembros de la Guardia Nacional se involucraron en enfrentamientos con campesinos que terminaron gravemente heridos.
Y claro que no se niega el hecho de que ciertas noticias sean maximizadas por algunos medios amarillistas impulsados por la oposición, sin embargo, eso no es nada nuevo, ni maquiavélico por sí mismo. La función de los opositores es precisamente esa; señalar las fallas u omisiones del gobierno en turno.
Lo lamentable es que bajo el discurso del complot se minimice todo cuestionamiento y se siga en la negación de que la cuarta transformación continúa ininterrumpida y sin contratiempos, cuando tras dos años de gobierno y bajo el ambiente político-social que se está viviendo (sin mencionar la grave crisis económica causada por la pandemia), es evidente que el plan y, sobre todo, las expectativas debiesen replantearse.
Quizá, el grito atípico de independencia dado el pasado martes frente a una Plaza de la Constitución vacía, sea una forma poética de recordarnos que hay poco que celebrar y que la lucha y resistencia son más necesarias hoy que nunca.