Basado en una historia real
Ridículas Casualidades
Manuel Augusto
Against the door he leans and starts a scene,
And his tears fall and burn the garden green
And so castles made of sand,
Fall in the sea, eventually
Las puertas se cierran a la hora exacta, al mismo tiempo las luces comienzan a atenuar y termina la radio en el cine. El cañón de luz fusila la pantalla con anuncios comerciales, tráileres y más comerciales. Silencio y oscuridad casi totales, si no fuera por los que tosen o abren la bolsa de pasitas con chocolate, o los que sin piedad mantienen la pantalla del celular encendida con el brillo al máximo. Pero todo lo anterior se olvida al comenzar la primera escena… de la película que hubiera deseado no ver.
Hay películas que desvelan realidades crudas que se hallaban ocultas entre parajes falsos, creados a base de, un tanto, comprar la excelente imagen pública que nos venden, y otro tanto, idolatría ciega, esta última, propia y de otros. Me refiero a ese tipo de películas, libros o documentales que, a veces con toques ficticios, pero en esencia apegados a la verdad, logran retratar, con datos desconocidos o poco sabidos, la vida de ciertos y tantos famosos: músicos, actores, pintores, deportistas y personajes históricos y políticos, solo por mencionar algunos ejemplos; también logran, de paso, derribar los castillos de arena que les creamos.
Es esta condición humana por idealizar en quien encontramos cierto gusto o empatía, por lo que entendemos o percibimos de la persona, su obra, el momento histórico o sus logros más significativos. Empatamos con una imagen y sabemos moldearla, pulirla, mejorarla y ocultar cualquier ápice de defecto que se deje entrever. Es la razón por lo que duelen esas verdades, por su naturaleza y, sobre todo, por la desilusión que conlleva, la destrucción de la imagen, la idea que nadie más que uno se crea de esefamoso.

Jimi Hendrix (Foto: Wikimedia)
Hago esta mención por dos filmes en específico: Jimi: All Is by My Side y Miles Ahead. Ambos, que presumen estar basadas en hechos reales, relatan episodios de la vida personal y musical de Jimi Hendrix y Miles Davis, respectivamente. Narran, con datos históricos tan (im)precisos como sorprendentes, cómo la música, fiestas, alcohol, drogas, encuentros y desencuentros amorosos formaban parte de su rutina diaria y los llevaron a ser las leyendas que son ahora. Entendiendo el contexto histórico, social y cultural, lo anterior pudiera ser, más que cuestionable, justificable. Sin embargo, y desde el lado oscuro de la luna, también plasman lo más sombrío de ambas personalidades. Más allá de sus temperamentos de artista, la obsesión por el trabajo y la adicción a las sustancias tóxicas, las dos películas exponen relatos de violencia doméstica. En la película acerca de Miles Davis, en dicha escena sucede que él tiene una discusión con Frances, su entonces esposa; gritos e injurias verbales dan paso a los golpes, situación, que dan a entender, se repite constantemente hasta que ella decide dejarlo. Una escena similar ocurre en la película acerca de Hendrix. Estando en un bar con su novia Kathy Etchingham, ella telefonea a un amigo, Jimi al oír risas tiene un arranque de celos y toma el auricular con rabia para golpearla en repetidas ocasiones.
And so castles made of sand, fall in the sea. Es justo ahí cuando algo se rompe, se cae el velo. ¡Crash! Dejados llevar por la premisa inicial “basado en una historia real”, la sentencia está marcada, o eso parece.
La presunta verdad se impone dejando un pequeñísimo lugar a dudas para quienes sin más antecedente se les presenta esta información como real. La fuerza de las escenas sacude la mente, quizá lo suficiente para no creerlas del todo.

Miles Davis (Foto: Wikimedia)
Una sencilla búsqueda en Google casi resuelve el brevísimo misterio. Muchos sitios hablan de las dos personalidades de Miles: el guerrero violento y el amoroso músico creativo. Así mismo, ni él ni Frances niegan los episodios de violencia. Un genio con problemas mentales y de personalidad, que solo después de hundirse en lo más profundo pudo resurgir. En contraparte, Kathy, al enterarse de la escena el teléfono de la mencionada película, protestó recia alegando que Jimi jamás se había portado así con ella. “Basado en una historia real” no significa estrictamente que todos los datos y hechos sean reales. La palabra clave es “basado”, es decir, no es una representación exacta.
Por otra parte, una rápida pesquisa en Internet basta para darse cuenta de que la mayoría de los rockstars tuvieron o tienen comportamientos poco o nada deseables. Chuck Berry, Jim Morrison, Mick Jagger, James Brown, David Crosby, George Michael, Ozzy Osbourne, Kurt Cobain y Paul McCartney estuvieron al menos una vez en prisión por diferentes cargos, y bueno, Michael Jackson, seguro que no tenía asegurado el cielo. Pero en ningún lugar está escrito que ser una estrella del jazz o rock, sea sinónimo de una persona ejemplar (aunque, quizá, sí debería).
Luego de estas revelaciones [nuevas para mí] de Miles, las preguntas que me surgen son, de haber conocido tales hechos de violencia antes que su música y no al revés, ¿ello hubiera influenciado el adquirir o no el gusto por su música de igual manera?, ¿debería de importarme más su comportamiento que su música?, ¿se puede dejar a un lado la personalidad cuando ésta es conocida?
Si la música es una forma de expresión, una manera de contar una historia o de describir un sentimiento, ésta esencialmente tiene sus raíces en un punto exacto de tiempo de la personalidad, creatividad y emoción de quien la escribe; es pues, un cúmulo de pensamientos y sentimientos influenciados por el entorno personal, social y cultural, traducidos en sonidos y silencios. En ese caso, hasta del malo más malvado puede salir una gran composición, basada hechos reales, claro.
Codetta
Como dato curioso, Jimi Hendrix y Miles Davis fueron grandes amigos, a tal grado que Hendrix fue determinante para que Davis dejara atrás las formas clásicas del jazz y experimentar con el jazz-rock en el álbum que lleva por título Bitches Brew, catalogado como uno de los mejores discos y más importantes de la historia. Incluso, ambos planeaban, antes de la muerte de Hendrix en el 70, armar un supergrupo incluyendo a Paul McCartney en el bajo y Tony Williams en la batería, lamentablemente nunca sucedió.